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¿Por qué el bautismo infantil es incorrecto?

by Queen Studio 16 Jun 2025

El bautismo es un rito significativo en el cristianismo, que simboliza la fe y el compromiso del creyente con Jesucristo. Si bien la práctica del bautismo infantil ha prevalecido en muchas denominaciones cristianas, existe un creciente debate en su contra, que afirma que contradice la esencia del bautismo como declaración personal de fe. Este blog explora las razones por las que algunos cristianos consideran incorrecto el bautismo infantil y por qué los creyentes deberían evaluar cuidadosamente esta práctica.

Base bíblica para el bautismo del creyente

Uno de los principales argumentos contra el bautismo infantil es la falta de respaldo bíblico explícito para esta práctica. El Nuevo Testamento presenta constantemente el bautismo como un acto de fe y arrepentimiento. Por ejemplo, en Hechos 2:38, Pedro dice: «Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados. Y recibiréis el don del Espíritu Santo». Este versículo destaca la necesidad del arrepentimiento, un sentimiento que los bebés son incapaces de comprender o expresar.

De manera similar, en Marcos 16:16, Jesús afirma: «El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado». Aquí, la creencia precede al bautismo, lo que implica que el bautismo debe ser una decisión consciente tomada por una persona que comprende y acepta la fe.

En todo caso de bautismo en el Nuevo Testamento, siempre va precedido de fe y arrepentimiento. Por ejemplo, en Hechos 8:12, dice: «Pero cuando creyeron a Felipe, que predicaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaron tanto hombres como mujeres». Este patrón sugiere que el bautismo está destinado a quienes pueden elegir conscientemente seguir a Cristo, no a los bebés.

La importancia de la fe personal

El bautismo es más que un ritual; es una declaración pública de la fe y el compromiso de una persona de seguir a Jesucristo. Este aspecto del bautismo es inherentemente personal y requiere que la persona comprenda la importancia de su decisión. Sin embargo, el bautismo infantil elude esta declaración personal, ya que los bebés no pueden comprender ni expresar su fe.

En Romanos 10:9-10, Pablo enfatiza la necesidad de una confesión personal de fe: «Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, y con la boca se confiesa para ser salvo». Este pasaje subraya que la fe y la salvación son asuntos del corazón y la mente, lo que refuerza la idea de que el bautismo debe ser consecuencia de una decisión consciente de creer.

El papel del arrepentimiento

El arrepentimiento es un aspecto fundamental de la fe cristiana y está estrechamente vinculado con el bautismo. El ministerio de Juan el Bautista enfatizó el arrepentimiento y el bautismo como actos de alejamiento del pecado y acercamiento a Dios. En Mateo 3:2, Juan declara: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado». Este llamado al arrepentimiento estaba dirigido a personas capaces de comprender su naturaleza pecaminosa y tomar la decisión deliberada de alejarse de ella.

Sin embargo, los bebés no poseen la capacidad cognitiva para reconocer el pecado ni arrepentirse. Por lo tanto, bautizar a un bebé omite el paso esencial del arrepentimiento, crucial para una auténtica experiencia de conversión. Sin arrepentimiento, el bautismo pierde su pleno significado y propósito.

Hechos 3:19 enfatiza esto aún más: «Arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, para que sus pecados sean borrados, para que tiempos de refrigerio vengan de parte del Señor». Este llamado al arrepentimiento está dirigido a quienes pueden comprenderlo y responder a él. El bautismo infantil pasa por alto este paso crucial, lo que lo hace incompleto.

Contexto histórico y tradición

La práctica del bautismo infantil se remonta a los primeros siglos del cristianismo, influenciada en gran medida por la idea del pecado original y la creencia de que el bautismo borra este pecado inherente. Sin embargo, muchos teólogos argumentan que esta interpretación se desvía de la intención y la práctica originales del bautismo, tal como se describe en el Nuevo Testamento.

Los primeros padres de la iglesia, como Tertuliano, expresaron reservas sobre el bautismo infantil. Tertuliano, escribiendo en el siglo II, argumentó que el bautismo debía posponerse hasta que las personas pudieran comprometerse conscientemente con la fe. Afirmó: «Es preferible posponer el bautismo; sobre todo, en el caso de los niños pequeños. ¿Por qué es necesario… que los padrinos también corran peligro? Porque pueden incumplir sus promesas con la muerte, o ser engañados por la demostración de una mala disposición en un niño».

Otros padres de la Iglesia, como Gregorio Nacianceno, también abogaron por retrasar el bautismo hasta que la persona pudiera comprender y tomar una decisión consciente. Gregorio escribió: "¿Tienes un hijo pequeño? Deja que el pecado llegue a su máximo esplendor. Que se convierta al cristianismo solo cuando pueda conocer a Cristo. ¿Por qué esta edad inocente se apresura a la remisión de los pecados?".

Responsabilidad y crecimiento espiritual

Otra razón por la que el bautismo infantil se considera problemático es que puede generar una falsa sensación de seguridad. Las personas bautizadas de bebés podrían asumir que forman parte automáticamente de la fe cristiana sin una comprensión o compromiso personal. Esto puede obstaculizar el crecimiento espiritual y la responsabilidad, ya que la persona podría nunca experimentar una verdadera conversión ni desarrollar una relación personal con Jesucristo.

El bautismo, cuando se realiza como resultado de una decisión personal, anima a las personas a asumir la responsabilidad de su camino de fe. Marca el inicio de un compromiso de por vida para crecer en Cristo, estudiar las Escrituras y vivir conforme a los principios cristianos. El bautismo infantil, en cambio, no fomenta este sentido de responsabilidad personal.

La responsabilidad personal es un aspecto crucial de la fe cristiana. Filipenses 2:12-13 aconseja a los creyentes: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es quien en vosotros produce así el querer como el hacer, para que se cumpla su buena voluntad». Este proceso de ocuparos en la salvación es un camino continuo que requiere participación activa y responsabilidad personal, algo que no puede asumir un niño.

Responsabilidad y dedicación de los padres

Algunos defensores del bautismo infantil argumentan que representa la dedicación del niño a Dios y la intención de los padres de criarlo en la fe cristiana. Si bien esta intención es loable, puede lograrse eficazmente mediante una ceremonia de dedicación en lugar del bautismo. La dedicación permite a los padres encomendar a su hijo al cuidado y la guía de Dios sin iniciarlo prematuramente en un pacto que no puede comprender.

Una ceremonia de dedicación se centra en la responsabilidad de los padres de enseñar y ser un modelo de la fe cristiana para sus hijos. A medida que el niño crece y alcanza la edad de comprensión, puede tomar la decisión personal de aceptar a Cristo y bautizarse. Este enfoque respeta la capacidad del niño para elegir su fe y garantiza que el bautismo sea un acto significativo e informado.

Implicaciones teológicas

Teológicamente, el bautismo infantil plantea interrogantes sobre la naturaleza de la fe, la salvación y la iglesia. Si el bautismo se considera un paso necesario para la salvación, podría sugerir que la salvación puede impartirse sin fe personal. Esto contradice las enseñanzas del Nuevo Testamento que enfatizan la fe como requisito previo para la salvación.

Además, la práctica del bautismo infantil puede difuminar la línea entre la membresía en la iglesia y la creencia personal. La iglesia está concebida como una comunidad de creyentes que han tomado la decisión consciente de seguir a Cristo. Al bautizar a bebés, la iglesia puede incluir inadvertidamente a personas que aún no han asumido un compromiso personal con la fe.

Conclusión

Si bien el bautismo infantil es una tradición arraigada en muchas denominaciones cristianas, existen razones de peso para reconsiderar su validez. La base bíblica del bautismo enfatiza la fe personal, el arrepentimiento y el compromiso consciente, cualidades que los bebés son incapaces de expresar. Además, esta práctica puede generar una falsa sensación de seguridad y obstaculizar el crecimiento espiritual.

Los creyentes deben examinar cuidadosamente las Escrituras y considerar la importancia de la fe personal y el arrepentimiento en el contexto del bautismo. Al hacerlo, pueden garantizar que el bautismo siga siendo un rito significativo y transformador que refleje un compromiso genuino de seguir a Jesucristo. Optar por el bautismo de creyentes respeta la capacidad de cada persona para elegir su fe y garantiza que el acto del bautismo sea un fiel reflejo de una decisión personal e informada de abrazar la fe cristiana.

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